Cuando una mujer está embarazada, experimenta numerosos cambios fisiológicos dirigidos tanto al desarrollo y protección del feto como a la preparación materna para el embarazo. Estas adaptaciones involucran a la función cardíaca, renal, respiratoria, hormonal e inmunológica y también a la visión.
Muchos de estos cambios son parte del proceso normal que transitan las embarazadas a lo largo de la gestación. El conocimiento por parte del optometrista permitirá brindar la atención necesaria a través de la educación de las pacientes.
Una consulta frecuente que suelen hacer las pacientes embarazadas es si con una graduación importante de su miopía, pueden avanzar hacia el parto vaginal natural dada la creencia difundida de que las embarazadas en esta situación podrían padecer un desprendimiento de retina durante el acto de dar a luz. Aunque las mujeres con elevada graduación se caracterizan por un menor espesor de la retina y durante el proceso fisiológico del parto se produce un incremento de la presión venosa, no ocurren cambios destacados en la dinámica del humor vítreo. Por consiguiente, no se dispone de fundamento en la bibliografía que asocie al desprendimiento de retina con el trabajo de parto en las mujeres con miopía.
En cuanto al cristalino, algunas mujeres pueden experimentar cambios en la capacidad de acomodación tanto durante el embarazo como en el período de amamantamiento; incluso algunos expertos sugieren diferir las cirugías refractivas en las mujeres en edad fértil ante esta posibilidad.
Asimismo, las embarazadas pueden presentar anomalías en el campo visual, aunque la magnitud y el mecanismo subyacente todavía deben ser definidos. El umbral de sensibilidad del campo visual parece incrementarse de manera especial en el tercer trimestre y, en la mayor parte de los casos, se resuelve durante el puerperio.
En caso de detección de ojo seco (xeroftalmos) en una embarazada, el optometrista puede sugerir el uso de gotas con fines de hidratación con moléculas inertes y sin actividad biológica, con posterior derivación al médico oftalmólogo u obstetra en caso de sospecha de otro tipo de procesos oculares. Es necesario advertir que numerosos productos de uso oftálmico presentan absorción sistémica y, por lo tanto, pueden estar contraindicados para su utilización durante el embarazo.
Más allá de estos cambios fisiológicos, las embarazadas pueden experimentar alteraciones patológicas de la salud ocular. Se hace especial énfasis en la retinopatía diabética, al reconocerse un aumento de la prevalencia de diabetes gestacional, en parte como consecuencia de la mayor prevalencia de obesidad en las mujeres en edad fértil. La retinopatía diabética es la principal patología visual que se modifica durante el embarazo y, a su vez, la gestación se asocia con un incremento del riesgo para el desarrollo y la progresión de esta enfermedad.
Los controles multidisciplinarios, que incluyen la participación del optometrista, deben ser rigurosos para evitar complicaciones potenciales. Se sugiere habitualmente una consulta por trimestre para valorar no solamente la agudeza visual, sino para un control de la vascularización de la retina en las pacientes afectadas.
Asimismo, las modificaciones en los niveles de las hormonas circulantes pueden asociarse con un aumento de la retención hidrosalina que involucre a las estructuras que conforman la anatomía ocular. El eventual edema de la córnea y del propio cristalino puede inducir visión borrosa. Esto no debe confundirse con la presencia de conjuntivitis, proceso inflamatorio atribuible a numerosas etiologías, entre las que sobresalen las infecciosas.
Al igual que en las mujeres en otras etapas de la vida, la conjuntivitis durante el embarazo no desencadena efectos a largo plazo o lesiones oculares permanentes. El uso de lágrimas artificiales es un recurso al alcance del optometrista para el alivio de los síntomas de esta afección; el uso de principios activos como los antibióticos o los corticoides en los casos en los que estén indicados queda reservado al obstetra o al oftalmólogo, para asegurar la mejor relación entre el beneficio materno y el riesgo fetal.
La continuidad del uso de lentes de contacto suele ser un motivo frecuente de consulta de las embarazadas. No existen contraindicaciones formales para el uso de estos dispositivos durante la gestación, sin embargo, dada la gran cantidad de variaciones individuales entre las mujeres, es recomendable la consulta al optometrista para confirmar si las lentes de contacto son adecuadas o si es necesario modificar la graduación, aunque durante el puerperio puede ser importante una nueva revisión para un potencial reajuste.
De igual forma, algunas mujeres pueden consultar al optometrista acerca del uso de lentes de contacto durante el proceso de parto natural o incluso en una cesárea. A título preventivo, en especial en esta última circunstancia, se propone en general evitar su uso, con el objetivo de prevenir la irritación ocular.
En caso de complicaciones durante un procedimiento quirúrgico, la valoración de los reflejos pupilares puede verse dificultada por la presencia de las lentes, lo que constituye otro motivo para proponer evitar su uso en una cesárea.
Finalmente, el optometrista cumple un papel formativo en la educación de las embarazadas en relación a la salud ocular. Además de instruir a las pacientes acerca de los hábitos de higiene y las pautas de prevención, es adecuado que estos profesionales de la salud eduquen a las mujeres acerca de la reducción de exposición a las pantallas (ordenadores, teléfonos móviles) ante el riesgo de incrementar el xeroftalmos o la irritación. Consulta las opciones que tenemos en anteojos de filtro azul para prevenir dolores de cabeza, malestares y tensión ocular, ideales para el trabajo constante frente a pantallas.
Fuentes